España ya crece, pero ¿cuándo se van a notar la mejora de la
economía en la calle? Corría el año 2007 cuando los datos macroeconómicos
comenzaban a dar señales de una salud debilitada. Un fuerte retroceso hacia
finales de año anunciaba una época de sensible deterioro económico. Como a
nadie se le escapa ya a estas alturas, fue el sector inmobiliario el primero en
referenciar los síntomas de agotamiento, y como se supo más tarde, el –en otra época lucrativo- negocio del
“real estate” se erigió como el detonante de la mayor crisis económica de
nuestro país en su historia democrática. Al hundimiento de este sector vital en
el PIB español, se sumaron una serie de factores de la economía global que pegaron más duro si
cabe en la espina dorsal de nuestro sistema. La tormenta perfecta se había
dibujado y lo que ocurrió a partir del 2008 ya es historia. Sin embargo, la
traslación de las miserias y alegrías de la economía global a la calle siempre
se produce con retraso. Entre pintar feo algo a que se asimile y se viva como tal, pasa tiempo.
La crisis no la notó el global de la gente de nuestro país en sus carnes hasta
un par de años después cuando ya había calado prácticamente en todo el sistema.
Cabe esperar, por lo tanto, que el camino a la inversa conlleve una experiencia
similar. España vuelve a crecer y la duda es si ese crecimiento estará
entre el 0,7% que marcan los más
pesimistas o el 1,2% de los más confiados. Donde no hay duda es en el hecho del
crecimiento. Sin embargo la gente en la
calle, aunque ávida de esperanza y propensa al optimismo (es éste el elemento
clave –tiene que serlo- de nuestra naturaleza humana) no notará realmente esa
mejora hasta pasados un par de años. Será una mejoría gradual, donde nuestro
ascenso personal irá coincidiendo con el progreso general
de nuestro entorno. Sólo así la percepción del cambio a mejor será completa. El
tiempo ha cambiado, variar nuestro humor y la perspectiva es el punto de
partida para acelerar un nuevo futuro. Confiados, pero sin bajar la guardia,
tenemos razones para creer que los tiempos mejores están cada vez más cerca.